La flexibilidad de la infraestructura para el desarrollo creativo

Los edificios Cecrea, ubicados en Vallenar, La Ligua, Valdivia y Castro fueron diseñados para ser altamente adaptables en espacio y tiempo, pensando siempre en la versatilidad que un espacio creativo necesita.

El Programa Cecrea nació para fomentar el desarrollo de las capacidades creativas en un espacio de colaboración y aprendizaje mutuo. Su objetivo es potenciar, facilitar y desarrollar el derecho a imaginar y crear de niños y jóvenes, a través de procesos creativos de aprendizaje que convergen en las artes, las ciencias, las tecnologías y la sustentabilidad. Por ello, el diseño de los edificios debía fomentar, especialmente, las “escuchas activas” que son fundamentales en estos espacios donde niños de entre siete y 19 años desarrollan su creatividad.

“Generamos una infraestructura donde sean los niños los protagonistas. Buscamos que los niños digan qué hacer. Así, creamos los consejos de niños y niñas y desarrollamos una metodología llamada ‘escuchas creativas’ para oír las demandas de los niños para los territorios donde viven. Entonces, se empieza a construir infraestructura que estimule y acoja, asociada a un programa arquitectónico donde colocamos espacios como un invernadero, una maestranza y otros con criterio de eficiencia energética, en un trabajo colaborativo con la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas”, explicó David Donoso, encargado de Infraestructura del Programa Cecrea del Departamento de Educación y Formación en Artes y Cultura del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Cuatro edificios Cecrea ya cuentan con certificación CES. Ellos se emplazan en Vallenar, La Ligua, Valdivia y Castro. “Son edificios que buscan generar espacio para que los niños sean los protagonistas. En cuanto a arquitectura, deben adaptarse en el tiempo y ser flexibles en su construcción y materialidad”, comentó el arquitecto David Donoso, para quien es fundamental el reconocimiento previo de las comunidades, como sucedió en Castro, un proyecto patrimonial rescatado.

Cecrea La Ligua

Según Natalia Spörke, asesora CES del Cecrea La Ligua, los edificios destinados a la cultura se consideran espacios flexibles y de gran tamaño, para adaptarse a la versatilidad de usos que puedan tener. “Esto los diferencia de edificios de oficinas, en que los usos de los diferentes espacios están claramente determinados y no son variables”, detalló.

En este aspecto, los distintos usos pueden tener requerimientos de confort específicos y diferentes entre ellos, como por ejemplo en iluminación, tasas de ocupación, actividades metabólicas, etc. “Es por esto que el diseño debe contemplar todos estos escenarios para lograr una buena calidad ambiental interior”, argumentó Natalia Spörke.

Cecrea La Ligua.

En el caso del Cecrea La Ligua, el principal atributo para obtener la certificación del proyecto fue el diseño integrado entre arquitectura y las especialidades para lograr sinergias. “Así el proyecto logra un ahorro importante en cuanto a consumo de energía para climatización e iluminación artificial, las instalaciones sanitarias son de bajo consumo para ahorro hídrico, al igual que el paisajismo eficiente con un bajo requerimiento de riego”, comentó.