Por Ricardo Fernández, presidente de CES

Hace una década dimos un paso audaz: diseñar una certificación que respondiera a nuestra realidad climática, social y constructiva, pero que al mismo tiempo recogiera las mejores prácticas internacionales. Así nació la Certificación Edificio Sustentable (CES), un esfuerzo colectivo que hoy se traduce en más de 600 proyectos inscritos y una transformación palpable en la manera en que concebimos y ejecutamos la edificación pública en Chile.
Lo que comenzó como una iniciativa impulsada por el Ministerio de Obras Públicas, la Cámara Chilena de la Construcción, el Colegio de Arquitectos y el Instituto de la Construcción, con el apoyo de Innova Corfo y el trabajo técnico del IDIEM, ha evolucionado hasta convertirse en una herramienta robusta, versátil y con impacto medible. Hoy, CES no solo permite hacer más con menos: mejora la calidad de vida de las personas y reduce significativamente el impacto ambiental de nuestras construcciones.
Los resultados hablan por sí solos. En los 35 edificios certificados que analizamos los bonos verdes del Ministerio de Obras Públicas, encontramos una reducción de 9.600 toneladas de CO₂ equivalente al año y un ahorro energético de 20 millones de kWh anuales. Eso significa menos emisiones, menos gasto y más confort para quienes habitan y usan esos espacios.
Pero el valor de CES va más allá de los números. Ha instalado una nueva forma de pensar la arquitectura y la inversión pública. Ha puesto en valor el diseño bioclimático, el uso eficiente de los recursos y la responsabilidad social en la construcción. Desde escuelas rurales hasta hospitales de más de 100 mil metros cuadrados, CES ha demostrado ser adaptable, exigente y coherente con los desafíos del presente.
Hoy avanzamos hacia nuevas versiones para aeropuertos, infraestructura y edificios existentes. Nuestra meta es ambiciosa: lograr una certificación nacional integrada que abarque todos los tipos de edificaciones. En un contexto global donde la sostenibilidad es prioridad, CES puede ser el aporte chileno en instancias como la COP30 y posicionarse incluso como referente regional, especialmente si se vincula al financiamiento verde y a la taxonomía de actividades sostenibles.
Como presidente del Comité Directivo de CES, y como profesional convencido del valor de la construcción sustentable, puedo decir con orgullo que hemos construido más que edificios: hemos levantado una cultura técnica, ambiental y ética que nos desafía a seguir mejorando. Y lo hemos hecho con una certeza simple pero poderosa: que el futuro se construye hoy, y debe ser sustentable.