Por Marcos Brito, gerente de Construye2025 y director ejecutivo (interino) del Instituto de la Construcción


Hace una década, hablar de construcción sustentable en Chile era casi una visión utópica. El concepto, aunque prometedor, enfrentaba barreras culturales, tecnológicas y económicas que lo mantenían distante de la realidad cotidiana de la industria. Sin embargo, 10 años después, los avances en sustentabilidad demuestran que Chile no solo ha avanzado, sino que lidera iniciativas clave en la región.
En Construye2025, hemos sido testigos y partícipes de una transformación que, más allá de la adopción de nuevas tecnologías, refleja un cambio cultural profundo. Hoy, la construcción sustentable ya no es una opción, sino una necesidad frente a los desafíos climáticos y sociales. Este proceso, impulsado por actores públicos, privados y académicos, ha sentado las bases para una industria más eficiente, responsable y resiliente.
Hitos de una transformación necesaria
Uno de los avances más significativos ha sido la implementación de prácticas de economía circular en el sector. La construcción, que históricamente ha sido responsable de un alto porcentaje de emisiones de carbono y generación de residuos, hoy adopta soluciones innovadoras para minimizar su impacto. Desde el reciclaje de materiales hasta la industrialización de procesos, cada paso nos acerca a un modelo más sostenible.
La Hoja de Ruta para la Gestión Sustentable de Residuos de Construcción y Demolición (RCD), desarrollada por Construye2025, el MOP, Minvu, MMA y Corfo, ha sido un pilar clave en este proceso. Este documento estratégico establece metas claras para reducir, reutilizar y reciclar los desechos (recursos) generados en las obras, promoviendo un cambio estructural en la forma de construir en el país. Su implementación no solo ayuda a mitigar el impacto ambiental del sector, sino que también genera oportunidades para la creación de nuevos mercados y empleos relacionados con la economía circular. Junto con ésta, la Estrategia de Economía Circular en Construcción, lograda en conjunto con la CChC y el Instituto de la Construcción, sienta un precedente de voluntad colaborativa..
Asimismo, otro importante avance ha venido de la mano de mejorar el estándar de construcción, donde el desarrollo de certificaciones como la Certificación Edificio Sustentable (CES) ha sido fundamental para elevar los estándares de calidad ambiental y eficiencia energética en las edificaciones chilenas. La CES, diseñada específicamente para responder a las necesidades locales, se ha convertido en una herramienta poderosa para impulsar proyectos que prioricen el ahorro energético, la reducción de emisiones y el confort de sus ocupantes. Desde edificios públicos hasta desarrollos privados, esta certificación ha demostrado que construir de manera sustentable es no solo viable, sino también beneficioso a largo plazo.
CES, junto con otras iniciativas, refleja cómo Chile ha tomado la delantera en la promoción de construcciones que responden a las necesidades del presente sin comprometer el futuro. Estas certificaciones no solo son una herramienta técnica, sino también un vehículo para educar y sensibilizar a la industria y a la sociedad sobre la importancia de construir con un enfoque sustentable.
Además, el avance en tecnologías digitales, como el uso de BIM (Building Information Modeling), ha revolucionado la manera en que planificamos y ejecutamos las obras, permitiendo optimizar recursos y reducir el desperdicio. A esto se suma un trabajo continuo en el fortalecimiento del capital humano, donde programas de capacitación han preparado a miles de profesionales para enfrentar los desafíos que plantea esta transición hacia una construcción más verde y tecnologizada.
Desafíos hacia el futuro
A pesar de los avances, el camino hacia una construcción completamente sustentable (carbono neutral) sigue presentando retos. Es crucial acelerar los cambios regulatorios que permitan un despliegue masivo de soluciones sustentables, así como fomentar la inversión en innovación y tecnología. Además, debemos garantizar que este progreso sea transversal, beneficiando no solo a grandes empresas, sino también a pequeñas y medianas constructoras y empresas proveedoras.
En este contexto, la coordinación entre el sector público, privado y académico se vuelve indispensable. Desde Construye2025, hemos comprobado que mediante la colaboración y la articulación público-privada-académica es posible superar las barreras y garantizar que los beneficios de este progreso alcancen a todos los sectores de la sociedad.
Hoy, al mirar hacia atrás, podemos afirmar que los últimos 10 años han sido un período de aprendizaje, colaboración y crecimiento para el sector de la construcción en Chile. Pero también es el inicio de un desafío mayor: consolidar estos avances y proyectarlos hacia un futuro aún más ambicioso.
Invito a todos los actores de la industria a redoblar esfuerzos en torno a iniciativas como la Hoja de Ruta RCD Economía Circular en Construcción y la certificación CES, que son símbolos del compromiso país con la construcción sustentable. Porque el desarrollo sustentable no es un destino, sino un camino que debemos recorrer unidos, construyendo juntos un Chile más sostenible, más productivo y más equitativo.