Con piloto RCD, UACh marca tendencia en manejo de residuos

Con la gestión de residuos plásticos, madera, metales, vidrios, papeles y cartones entre otros materiales, se espera minimizar al máximo la generación de residuos, bajar las emisiones de C02 y contribuir al desarrollo sostenible. En este desafío la UACh se alinea con “Hoja de ruta RCD y Economía Circular en Construcción 2035”, estrategia multisectorial implementada a nivel país.

Se estima que un tercio del total de los residuos generados en Chile corresponde a residuos de construcción y demolición, tendencia que también se aprecia a nivel mundial, posicionando a la industria de la construcción como una de las más contaminantes del planeta donde impera el modelo de economía lineal de “extraer, usar y botar”. 

Exigir a las constructoras que gestionen sus residuos es un tema que recién se está impulsando en el país y que muy pocas empresas constructoras —en su mayoría de Santiago— han adoptado implementando acciones de manejo de residuos de obra en la actualidad.

Publicada en junio de 2019, la Norma Chilena 3562 establece una clasificación para residuos de construcción y demolición (RCD), contempla las consideraciones mínimas para la gestión de RCD no peligrosos que se generan en obras de construcción y demolición y los contenidos de un plan de gestión de RCD.

Adelantándose a estos lineamientos regulatorios generales la Dirección de Infraestructura y Desarrollo Físico (DIDF) de la UACh exige a los contratistas el manejo de los residuos desde el año 2017, buenas prácticas que decidió incrementar en un plan piloto a partir del 2020. “Uno de los problemas que existe en Chile y el mundo en el manejo de los residuos en la construcción es la falta de implementación; falta llevarlo a la práctica, por lo que como Universidad y como mandantes decidimos dar el primer paso desarrollando un plan más exhaustivo y ambicioso para cooperar con nuestra sociedad y el planeta que tanto lo necesita”, dice Wilson Aravena, director de la DIDF. 

Con visión de futuro, la estrategia de la UACh es un enorme paso para avanzar de manera efectiva hacia una economía circular al mejorar la gestión de los residuos de construcción y demolición (RCD), mediante un uso más eficiente de recursos donde prima la reducción de los elementos. “Este modelo apunta a minimizar la producción al mínimo indispensable, y cuando es necesario hacer uso de un producto, priorizar la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente”, explica.

Pero esta iniciativa va aún más allá en la búsqueda de una sociedad más sostenible. En esa dirección aspira a contribuir en la formación de los estudiantes desde una perspectiva más vivencial. “Las instituciones de educación superior también necesitan mucha infraestructura, lo bueno es que nuestros estudiantes pueden ver el esfuerzo que se realiza por liderar estos cambios. La teoría se aplica y pueden verlo in situ, complementando el trabajo que realiza la Unidad de Gestión Ambiental con fuerte participación en la academia y en el área operativa”, indica Aravena destacando los fundamentos de la Política de Sustentabilidad que guían a esta institución.

RCD en las bases técnicas de licitación

“Que mejor que liderar el cambio desde la perspectiva del mandante”, sostiene Wilson Aravena, convencido de que estas acciones irán permeando gradualmente en la sociedad. Con ese norte, los profesionales de esta Dirección diseñaron un modelo que, plasmado en el primer Plan de Residuos de la Construcción y Demolición (RCD), se incorporó a las bases técnicas de licitación que deben cumplir las empresas constructoras. 

Para llevar a la práctica el Plan RCD fue elegido el Proyecto Pabellón Docente, edificio que está construyéndose en el Campus Isla Teja desde noviembre del 2020. Esta infraestructura fue sometida a altos estándares de sustentabilidad y espera obtener la certificación CES (Certificación Edificio Sustentable), tanto en diseño como en construcción. 

“La implementación de la gestión y manejo sustentable de los RCD en el Pabellón Docente, Campus Isla Teja, marca un tremendo hito en los casos a nivel nacional al ser un ejemplo para las distintas instituciones educacionales y otras, en cuanto a implementar políticas de sustentabilidad”, indica Alejandra Tapia, coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025.

“Esta iniciativa liderara por la Dirección de Infraestructura y Desarrollo Físico de la UACh, implica un gran esfuerzo para salir de la zona de confort, y de la inercia de cómo se hacen habitualmente las cosas, a través del cambio hacia una cultura sostenible en la forma de construir y en el impacto que esto conlleva. Lo más difícil es generar el cambio, y el mandante, tiene un inmenso potencial para realizarlo”, destaca Alejandra Tapia. 

Refiriéndose a los beneficios de implementar planes RCD, fue enfática en señalar que éstos no solo son ambientales. “A corto plazo, las constructoras se dan cuenta que al medir y controlar sus residuos comienzan también a ver beneficios económicos al disminuir el volumen a disponer y las pérdidas de materiales, así como también mejoran la seguridad de los trabajadores”, señala. 

Acota que “sin duda, la gestión de este proyecto ha generado un sinnúmero de aprendizajes, tanto para la constructora como para el mandante, este último a través de la gestión del conocimiento, podrá enriquecer los aprendizajes de los propios estudiantes a partir de su experiencia”.

Uso eficiente de recursos

Fiel a los procedimientos del Plan RCD y al modelo de economía circular, los materiales que se consideraban residuos (o desperdicios de un proceso) y se destinaban a vertedero, ahora son valorizados a través de la reutilización y/o el reciclaje. Ver video Economía Circular en Construcción

Comprender este nuevo paradigma no es fácil y su aplicación es de largo aliento, tiempo precioso si se piensa en la emergencia climática y en las problemáticas sociales que estamos viviendo. “Todos sabemos que los cambios son difíciles y a las empresas les cuesta tomar iniciativas sin conocer resultados, por ende, es mejor que la RCD sea parte de las exigencias del mandante, de las bases especiales de licitación y del contrato”, precisó Aravena.

¿Pero cómo llevar a terreno estos conceptos? “Como es algo cultural del día a día en las obras, lo mejor es tener a un experto a tiempo completo junto a equipos multidisciplinarios que entreguen conocimiento y luego fiscalicen el cambio. Como son temáticas nuevas a nivel mundial se debe ser un evangelizador para el éxito de estas buenas prácticas” indica.

Para tal efecto, Luis Romero, ingeniero civil ambiental de la empresa constructora que ejecuta la construcción del Edificio Pabellón Docente trabaja desde el inicio de esta obra implementando acciones orientadas a la reducción de residuos que contempla el Manual informativo y de procedimientos de gestión de residuos de la construcción y demolición desarrollado por la Dirección de Infraestructura y Desarrollo Físico de la UACh, junto a la NCh 3562:2019.

La separación o segregación de los residuos es una medida fundamental, por eso la disposición de contenedores es uno de los primeros cambios en el “paisaje de la obra”. Para fierros y metales, por ejemplo, la gestión de residuos tiene un reporte económico favorable para la constructora y para el mandante.

Al respecto, Romero describe el procedimiento, “internamente en la obra hay punto de acopio para metales en general y otro para fierros y latas; acopiamos chatarra, despuntes de fierro, alambres de cobre, restos de tubos de aluminio y de lo que se encontró en el terreno antes de empezar la obra de construcción.  Los retira una empresa que se encarga de reciclar materiales metálicos y los valoriza de acuerdo con el tipo de metal”. 

Con una dinámica parecida son tratados los residuos de madera, plástico, papel y cartón, botellas plásticas y de vidrio, escombros de hormigón y residuos orgánicos de origen vegetal. Datos preliminares indican que hasta mediados del mes de enero se habían manejado 109 kilos de plásticos; 66 kg de papel y cartón; 405 kg de madera y 3 kg de orgánicos, por citar algunos. 

“Estas cifras nos tienen muy contentos como Universidad, ya que aun cuando son cantidades menores, podemos ver que el plan de RCD ha tenido efectos importantes en la obra, reduciendo al máximo los residuos generados”, dice el director de la DIDF. Como bajar los impactos ambientales es uno de los principales objetivos, actualmente se trabaja en los indicadores locales que permitirán organizar una potente base de datos para enfrentar proyectos en el futuro. 

Cabe señalar que el plan piloto de la UACh también tiene una dimensión social que considera a los trabajadores como beneficiarios directos de ciertas acciones que van más allá de aumentar las plazas de trabajo en la región, ya que muchos materiales son donados para que puedan ser usados en sus propias viviendas y reciben capacitación en forma constante.

Hoja de Ruta RCD 

Con objetivos similares avanza a nivel país “Hoja de ruta RCD y Economía Circular en Construcción 2035”, iniciativa multisectorial que lidera el Comité Consultivo de la Estrategia RCD, conformado por los ministerios de Vivienda, Medio Ambiente y Obras Públicas, más CORFO y su programa Construye2025. 

El documento, presentado en agosto de 2020, busca fomentar y promover la gestión sustentable de los residuos de construcción y demolición, bajo el foco de Economía Circular. “Una de sus grandes fortalezas es la articulación del sector público, privado y la academia y en ese contexto plantea metas compartidas, que dependen de la coordinación y compromiso de diferentes actores. Es en este punto donde destaca el compromiso de la Universidad Austral de Chile, ya que es imposible cumplir las metas en forma individual, por ejemplo, alcanzar al menos el 70% de valorización de los RCD al 2035”, dice la coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025. 

Asimismo, valora el interés por avanzar en la inserción de la sustentabilidad en el currículum. Al respecto dijo, “existen enormes desafíos, en cómo incorporar la economía circular en las mallas curriculares, y desde el diseño de los proyectos -integrando a arquitectos, ingenieros, diseñadores, ingenieros constructores, entre otras especialidades- disminuir los residuos, desarrollar y utilizar sistemas constructivos y materiales más sustentables”. 

“Existen muchas oportunidades en investigación, desarrollo e innovación para explorar en nuevos proyectos, y comenzar por la gestión sustentable de los residuos, es un gran paso”, afirma la profesional.

El rol de los indicadores sociales en la valorización de residuos

La Plataforma Industria Circular de la Región de Valparaíso, proyecto FIC financiado por el Gobierno Regional, ayudará a mejorar la competitividad territorial del sistema productivo y a desarrollar  la sustentabilidad social mediante la creación de valor compartido.

El investigador del proyecto Plataforma Industria Circular de la Región de Valparaíso y trabajador social Álvaro Bello, trabajó en la identificación de los indicadores sociales vinculados a la gestión de residuos, en la que se consideraron dos elementos fundamentales: el tipo de residuo-producto y la categoría de stakeholders o parte interesada receptora del impacto potencial de cada residuo-producto.

“En términos generales, estamos hablando de indicadores de impactos sociales potenciales relacionados a las externalidades positivas o negativas, de acuerdo a subcategorías de impacto social derivadas de la parte interesada (trabajadores) vinculados al proceso de gestión de los distintos residuos gestionados por la plataforma. Es decir, se definieron los indicadores de impacto social potencial considerando las convenciones y directrices nacionales e internacionales relacionadas a los trabajadores”, explica Álvaro Bello.

Así, esta propuesta de indicadores está en línea con otras de orden internacional, tales como las normas ISO 26.000, con la Guía Social LCA,  y con el recientemente actualizado estándar GRI 306 sobre Residuos, de acuerdo con el profesional.

Según el investigador, el proyecto exige alimentar una base de datos con información de las subcategorías de impacto social de los trabajadores vinculados directamente a la gestión de cada uno de los tipos de residuos-productos. Probablemente, esto implicará recabar los datos a partir de un formulario que deberá ser completado por el “oferente” del residuo-producto.  “No obstante, lo anterior deberá estar en sintonía con la manera en que se inserten los indicadores ambientales para resguardar el carácter de integralidad de la plataforma”, detalla.

La Plataforma Industria Circular, proyecto desarrollado por la Universidad de Valparaíso, a través de la Facultad de Ingeniería y dirigido por la académica Patricia Martínez, busca mejorar la competitividad regional, en particular de su sistema productivo, además de contribuir al desarrollo de la sustentabilidad social, mediante la creación de valor compartido, es decir, generar valor económico que, al mismo tiempo, aporte a la sociedad, tomando en cuenta sus necesidades y desafíos. En este aspecto, Álvaro Bello, sostiene que una iniciativa de características sustentables, particularmente en lo social, debe articularse bajo un modelo sinérgico de gobernanza, que regule la dinámica relacional entre los distintos actores del territorio involucrados directa e indirectamente. “Parte importante del éxito de aquello es propender a la generación de capital social, es decir, desarrollar confianza, cooperación y reciprocidad entre los grupos de interés”, argumenta.

Y es muy relevante incluir este parámetro social al proyecto, ya que desde la perspectiva del desarrollo sustentable, el pilar de la sustentabilidad social siempre ha sido relegado por diversas razones, como la predominancia de llevar su discusión y análisis a las áreas del conocimiento ambiental y económica. No obstante, a juicio de Bello, una de las principales razones es su dificultad de ser cuantificada o normalizada, ya que lo social en sí mismo responde a situaciones más cercanas a lo cualitativo fenomenológico. Sin embargo, “junto al equipo interdisciplinario de profesionales, se ha desarrollado una propuesta de indicadores impacto social como una manera de avanzar en su estandarización y monitoreo, los que son integrados en la Plataforma Industria Circular como una forma de relevarlos y aportar efectivamente a una industria de gestión de residuos más sustentable y circular”, precisa.

Un giro en la cultura productiva

En este sentido, proyectos como éste buscan generar las condiciones necesarias y suficientes para el surgimiento de un ecosistema industrial acorde con el desafío de cambio en la cultura productiva y de consumo que involucra modificar instituciones para su desarrollo sustentable. “La plataforma recoge las directrices de la ecología industrial, y como tal, los efectos de los distintos flujos (energía, materiales, etc.) de las actividades industriales y de consumo. Uno de los elementos relacionados a estos flujos es la influencia de factores sociales, en este caso a la gestión de los residuos-productos”, comenta el investigador.

De esta manera, incluir indicadores sociales en la plataforma facilitará el desarrollo de una herramienta de gestión de los residuos-productos que sea lo más integral posible. “Los indicadores sociales permitirán determinar los impactos sociales potenciales de dichas actividades o flujos en torno a la gestión de los residuos-productos recogidos en la plataforma. Desde una mirada amplia, su inclusión ayuda a incluir la dinámica social relacionada al sistema productivo industrial de la región”, detalla Álvaro Bello.

El camino hacia la economía circular considera que la producción y el consumo sean sustentables en el centro de sus actividades, para mejorar el desempeño social y ambiental de la mano de una rentabilidad económica sostenida que redundará en un mayor bienestar de las personas. En este sentido, la experiencia de Plataforma Industria Circular promueve el posicionamiento de la dimensión social de la sustentabilidad en los sistemas de gestión industrial, pero también en el consumo en la región y en el resto del país. Ahora, más allá de la RSE, cuya mirada puede ser parcial, el investigador cree necesario iniciar un camino para conformar y consolidar un sistema de indicadores de impacto social que permita, sobre todo en el actual contexto sanitario, proporcionar herramientas homologables y validadas, conducentes cada vez más incorporar criterios objetivos de impacto social.

Indicadores según subcategorías de impacto social potencial predefinidos para determinar en la Plataforma Industria Circular

Subcategorías de Impacto Social Potencial Indicador
Salario justo Porcentaje de trabajadores que reciben el “salario justo” asociados a la gestión directa del residuo-producto.
Horas de trabajo Porcentaje de trabajadores que cumplen jornada laboral ordinaria (número de horas efectivamente trabajadas) asociada a la gestión directa del residuo-producto.
Igualdad de oportunidades laborales Porcentaje de participación de mujeres en la fuerza laboral asociada a la gestión directa del residuo-producto.