Por Hernán Madrid, jefe de CES.
Como ya lo hemos difundido, durante este año liberamos una actualización al modelo de certificación para edificios de uso público, la que incluye una serie de mejoras y ajustes a la metodología de evaluación, los que fuimos levantando durante el tiempo que llevamos aplicando el modelo CES.
Estas mejoras y ajustes se orientaron, principalmente, a los parámetros base y calibración de requisitos de estrategias que son incorporadas fundamentalmente en la etapa de diseño del edificio y, en algunos casos, durante la construcción. Sin embargo, visualizamos que tenemos la necesidad de abordar algunos temas relevantes para la operación del edificio que no incluimos en esta actualización.
Durante este año hemos podido visitar algunos de los edificios certificados en las regiones de Maule, Los Lagos y Magallanes, los que han estado operando ya por unos años y han cumplido más de un ciclo invierno-verano. Por ello, hemos evidenciado el enorme aporte que estos edificios de uso público hacen a la comunidad, especialmente en los lugares más pequeños y aislados, pudiendo comprobar los aspectos del sistema de certificación que funcionan de buena manera y los que requieren algún enfoque diferente.
La experiencia de este año nos ha hecho evidente la necesidad de abordar con mayor fuerza algunos aspectos que inciden fuertemente en las condiciones de operación de los edificios, como son la puesta en marcha y calibración de sistemas complejos de climatización y control centralizado, además de lo que denominamos, en general, como adaptación al cambio climático. Si bien son aspectos contenidos de alguna manera dentro de CES, creemos posible abordarlos con más énfasis, de modo de poder contribuir de una forma más significativa a la etapa de operación.
Un aspecto en el que queremos comenzar a trabajar es el fortalecimiento de los requerimientos, o la generación de algunos nuevos, para asegurar el correcto funcionamiento de las estrategias complejas de sistemas activos, especialmente sistemas de climatización y de control centralizado. Esto se orienta a poder asegurar la calibración y puesta en marcha de estos sistemas, poniendo énfasis en las condiciones del personal que hará la operación de estos sistemas. Esto último es extraordinariamente relevante en el resultado real del edificio y en muchas ocasiones, tal vez con la única excepción en el caso de hospitales, no se aborda con la fuerza que se requiere.
Creemos relevante realizar una reflexión en conjunto sobre la compatibilidad de las condiciones mínimas necesarias para implementar un sistema complejo y la posibilidad real de contar con personal capacitado y sistemas de mantención y/o reparación oportunos de estos sistemas, especialmente en lugares de difícil acceso.
Otro tema muy importante que ha venido apareciendo en los últimos años y que, en particular, este año ha sido más notorio, es el aumento de las temperaturas debido al cambio climático. Se ha hecho muy visible en nuestros edificios en regiones, en los que tradicionalmente hemos incluido solo calefacción por diseño, como son Los Lagos, Aysén y Magallanes, y que ya en momentos del verano han empezado a necesitar aire frío.
Este año pudimos ver el caso de un edificio que fue diseñado con temperaturas máximas de 26°C, lo que está en línea con la normas de referencia y las condiciones climáticas promedio de los últimos 30 años -que usualmente usamos como archivos de clima para la simulación computacional-. Pero, en la práctica, este verano tuvo varios días de temperaturas sobre los 35°C, lo que evidentemente trajo muchas dificultades de funcionamiento. Casos como este nos hacen pensar ineludiblemente en una evaluación con condiciones de adaptación al cambio climático dentro del modelo CES.
Con lo que les he comentado, solo nos queda invitarlos a todos quienes participan o colaboran con CES, a sumarse a los comités técnicos que comenzaremos durante los próximos meses para plantear alternativas sobre cómo abordar ambos temas.