Construye2025 y Corfo lanzarán reto de innovación en economía circular para construcción

La iniciativa multisectorial, impulsada por Corfo, nació para promover la gestión sustentable de los residuos, ayudando a generar soluciones reales con foco en la economía circular.

Según un estudio de World Economic Forum, el rubro de la construcción es el mayor consumidor de materias primas y otros recursos. En Chile, se estima que un 35% de los residuos y un 30% de los gases invernadero que se generan a nivel país son producidos por la industria de la construcción. Por otra parte, hay un trabajo colaborativo del sector en Chile a través de la Hoja de Ruta RCD Economía Circular en Construcción 2035 y la Estrategia de Economía Circular que impulsan la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), el Instituto de la Construcción (IC) y Construye2025.

En este contexto, Corfo lanzará próximamente el “Reto de Innovación de Interés Productivo – Economía circular en construcción”. Y en forma preliminar para validar y retroalimentar los focos que incorporará la guía técnica para orientar el concurso,  Construye2025 y Corfo organizaron un taller con diferentes actores representantes del sector, el cual estuvo enfocado en los nuevos materiales sustentables, uso eficiente de los recursos, y gestión sustentable de los residuos. Esta actividad contó con el apoyo de la Cámara Chilena de la Construcción y el Instituto de la Construcción.

Dicho desafío buscó reunir a representantes de toda la cadena de valor, del mundo privado, público y la academia, para avanzar y acelerar la economía circular en la construcción. En un primer evento virtual, que congregó a decenas de personas, se reunieron actores clave de esta industria, quienes expusieron distintos puntos de vista en relación a la aplicación de la economía circular, desde el enfoque de nuevos modelos de negocios circulares, estrategias de diseño circular y residuos como recursos.

Fernando Hentzschel, gerente de Capacidades Tecnológicas de Corfo, inició la jornada abordando los propósitos de este reto, cuyo objetivo principal era ayudar a encontrar soluciones a desafíos comunes en sectores productivos, que requieran desarrollo tecnológico e innovación, conectando a quienes demandan estas soluciones con potenciales ofertantes.

“Este instrumento no es más que la implementación de la innovación abierta, donde muchas veces una empresa, un sector o una parte del aparato público genera un desafío a todo el ecosistema de innovación, emprendimiento o desarrollo para resolverlo. Al final de este taller, y tras escuchar propuestas de solución, podremos decirle al mundo cuál es el principal problema que debemos resolver en el contexto de la economía circular”, explicó Hentzschel.

La definición del reto se enmarca en las metas planteadas en la Hoja de ruta RCD y Economía Circular en Construcción 2035. “Es una muestra más de cómo el trabajo colaborativo permite avanzar en impulsar la economía circular en el sector”, planteó la coordinadora de sustentabilidad del programa, Alejandra Tapia.

El concurso formula el problema o desafío de interés público que se requiere resolver y se denomina “Economía Circular en el sector Construcción”, cuyo objetivo es disminuir el derroche de recursos en el sector construcción y las externalidades negativas, a través de soluciones tecnológicas aplicadas a modelos de negocios, productos y/o servicios que incorporen la economía circular.  Además, busca apoyar soluciones tecnológicas  innovadoras y circulares que conecten a oferentes con potenciales demandantes del sector construcción; probar y validar soluciones innovadoras en un entorno real, basadas en tecnologías, modelos de negocios, productos y/o servicios circulares, que tengan un impacto social, medioambiental y económico, y diseñar  modelos  de negocio que permitan el  escalamiento de las soluciones generadas en forma sostenible a corto y mediano plazo.

El gerente de Corfo hizo referencia al uso eficiente de recursos, y las necesidades que actualmente existen en el país, el déficit habitacional subió hasta 600 mil hogares en medio de la pandemia y tuvo un aumento monótonamente creciente de la población, según el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. “Tenemos que pensar cómo construir más con menos derroche de material y energía, de manera de aumentar la productividad. Y ahí está el desafío que identificamos y que queremos validar: ¿cómo podemos evitar este derroche de recursos en la construcción”, precisó.

Luego, los organizadores realizaron una encuesta en vivo a los asistentes, cuyos resultados conversaron posteriormente en mesas (grupos). Las conclusiones fueron luego socializadas al volver a la sesión general. En la mesa de Cristian Garín, asesor regional de la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT), destacaron que “es importante ver los impactos y beneficios que genera la economía circular, sobre todo en las comunidades, las personas y territorios, y cómo los actores relevantes -la academia, el mundo privado y público, tienen que ser socios de este ecosistema para que pueda funcionar”.

El vocero de la segunda mesa y consejero nacional de la CChC, Carlos Bascou, comentó que no solo se trata del uso eficiente de recursos, material y agua, sino que también de “cómo podemos ser más eficaces en gestionar todo el ambiente construido y todo lo que tenemos que construir hacia adelante”.

En tanto, Katherine Martínez, subgerente de Desarrollo del CDT y secretaria ejecutiva del Consejo de Construcción Industrializada (CCI), también parte del segundo grupo expositor, agregó que es importante involucrar las miradas de nuevas generaciones de la sociedad civil y “cómo estas generaciones más centradas en consumo responsable pueden ser un aporte al sector construcción”.

La tercera mesa tuvo de vocera a Paola Molina, presidenta del Comité de Sustentabilidad y Energía del Colegio de Arquitectos, quien recalcó en la necesidad de incentivos estatales. “Hay una necesidad de tener, de parte del sistema público, herramientas con las cuales completar toda la cadena de valor desde el diseño hasta la gestión de los residuos, hoy hay regiones que no cuentan con infraestructura. Entonces, si bien se ha movido bastante el área de la construcción en instaurar procesos de reciclaje dentro de las obras, luego se encuentra el problema del enlace hacia cómo valorizar o disponer residuos”, dijo la arquitecta.

En el cuarto grupo de Marcos Brito, gerente de Construye2025, el diseño fue lo más conversado por su rol en la jerarquización de recursos para reducir residuos. Además, discutieron sobre un diseño reversible y sobre planificar el futuro de las edificaciones. Carolina Briones, directora ejecutiva del Centro Tecnológico para la Innovación en la Construcción (CTeC), agregó que el llamado de esta cuarta mesa fue a pensar cómo se estructura un desafío de innovación y sugirió la estructuración en tres etapas.

“Uno, pensar en hacer un desafío en que pensemos nuevas formas de mejorar lo ya construido, cómo nos hacemos cargo de la brecha cualitativa de la vivienda. Segundo, lo que se está diseñando y construyendo ahora, cómo nos metemos ahora en obra. Y tercero, cómo mejoramos lo que vendrá, planificación temprana con una mirada anticipada. Entonces, una forma de estructurar este desafío es lo que ya está, lo que se está haciendo ahora y lo que viene en el futuro”, afirmó Carolina Briones.

La actividad culminó con reflexiones finales de los invitados, momento en que Conrad von Igel, gerente de Innovación en la Cámara Chilena de la Construcción, puso sobre la mesa el desafío de cómo hablarle al sector y cómo entusiasmar a sus representantes. “La importancia de realizar esta instancia es que se vaya generando un espacio de conversación en el que podamos avanzar en estas soluciones colaborativas. Creo que desarrollar desde la industria en conjunto el lenguaje con el cual planteamos el reto, nos va a permitir que lo sientan cercano. Ojalá no solo logremos muchas postulaciones, sino que también muchas implementaciones de las soluciones ganadoras en la práctica”, concluyó Von Igel.

Normativa de aislación térmica, aliada para mejorar la calidad de vida de las personas

Por: Paola Molina, directora y presidenta del Subcomité de Economía Circular del Instituto de la Construcción (IC).

En el área de la construcción están sucediendo notables avances en relación con la eficiencia energética, que de alcanzarse todos, mejorarán considerablemente en nuestro país la calidad de vida de las personas en sus viviendas, lugares de estudio y trabajo, aportando también ahorros.

Con el sustento de destacadas competencias técnicas en algunas unidades del Estado y la academia, que aportan una visión de objetivos clara frente a los desafíos a mediano y largo plazo, y también con la creciente colaboración de la industria y distintas instituciones público-privadas que empiezan a avanzar y aportar en los desafíos que tenemos por delante; estamos frente a un escenario muy positivo que necesitamos consolidar frente a las actuales demandas sociales, económicas y ambientales.

Actualización de la Reglamentación Térmica (RT) 2021

A fines del año pasado, el Minvu hizo una consulta pública para actualizar la Reglamentación Térmica (RT) vigente desde el 2007, cuya base de actualización se sacó de un estudio desarrollado para el Minvu en el año 2013.

La RT del 2007 considera aislación en complejos de techumbre, muros, pisos ventilados y ventanas con estándares bastante básicos que han colaborado a la industria a introducir gradualmente parámetros de eficiencia energética en gran parte de la envolvente y en mitigar las patologías y la inconfortabilidad térmica. Pero la propuesta de actualización sube las exigencias, agrega componentes de puertas, sobrecimientos, superficies de ventana, orientación, infiltraciones, ventilación y condensación, lo que augura mejoras cuantificables en los resultados.

Hoy se espera su pronta aprobación después de 14 años, para poder garantizar, sobre todo en estos tiempos, condiciones positivas de habitabilidad para las viviendas nuevas de nuestro país, algo fundamental para subsanar a futuro la pobreza energética, lo que significa muchas horas al año sin un confort térmico, patologías en las murallas, enfermedades y altos costos en calefacción.

Pendiente queda para futuras etapas, abarcar las viviendas para paulatinamente ser actualizadas mejorando también sus estándares.

Es importante destacar que, en la actualización, además de viviendas, se incorpora edificios de salud y educación. Por su parte, los edificios de uso público gestionados por la Dirección de Arquitectura del MOP, ya cuentan con muy buenos estándares y resultados para la envolvente detallados en los TDR que exigen para sus licitaciones.

PPDA: Planes de Prevención y/o Descontaminación Ambiental

En el año 2015, el Ministerio del Medio Ambiente, ante la creciente problemática de la calidad del aire en muchas ciudades desde O´Higgins al sur y con colaboración del Minvu, ocupó el estudio elaborado en el Minvu el 2013, para aplicarlos como una medida efectiva para las ciudades con necesidad de descontaminación ambiental, creando los PPDA.

Los PPDA, al aplicar las exigencias de la propuesta de Actualización de la RT 2021, validan la capacidad de la industria y del mercado para asumir las nuevas exigencias a nivel de todo el país a través de la actualización de la RT. Además, año a año se incluyen más localidades, permitiendo avanzar hacia la descontaminación de cada lugar.

Ley de Eficiencia Energética

Por otra parte, en enero pasado salió la Ley de Eficiencia Energética la cual en aproximadamente 24 meses más, obligará a empresas constructoras e inmobiliarias y los servicios de Vivienda y Urbanismo, a través de sus artículos 3 y 4, a usar la Calificación Energética en todos los proyectos nuevos, inicialmente de viviendas (CEV) y en 48 meses se incorporarán los edificios de uso público, comerciales y de oficina a través de un sello que actualmente se encuentra en desarrollo, que será la Calificación Energética de Edificios de uso público (no residenciales).

La Calificación Energética es una etiqueta parecida a la de los electrodoméstico que muestra cómo se comporta la edificación energéticamente, destacándola con una letra y mostrando un porcentaje de ahorro frente a la misma vivienda, comparándola con las exigencias vigentes de la actual RT. Las letras van desde la A+ hasta la G; en la letra G se encuentran todas las viviendas construidas sin ninguna exigencia térmica, que son las construidas antes del año 2000, en la letra F están las que cumplen solamente con las exigencias de complejos de techumbre, y en la letra E las que cumplen con la actual Reglamentación Térmica. Las viviendas que cumplan con la futura actualización de la RT estarán cercanas a las letras C y D que ya garantizan un adecuado ahorro y calidad del ambiente interior, desde la letra B hacia arriba, se consideran viviendas con un alto propósito de eficiencia energética y con un poco de más de costos asociados para lograr dicho propósito.

Lo importante de esto es que en 24 meses más, gran parte de las personas que vayan a comprar una vivienda, podrán tener un sello objetivo a la vista, que les permita comparar y ver cuál de las opciones de compra es la más conveniente en relación a su eficiencia energética desde el diseño y de sus equipos de clima, destacando el ahorro energético que implica viviendas con una mejor letra y mejor porcentaje de ahorro, influyendo positivamente en la decisión de compra.

Es importante comentar que para que la actual Ley de Eficiencia Energética logré cumplir su propósito de impulsar adecuados estándares en todas las edificaciones a nivel nacional, es fundamental que se tramite pronto la Actualización de la Reglamentación Térmica 2021, sino el piso con la actual reglamentación será muy bajo para avanzar hacia mejores estándares de calidad de vida y ahorro de energía.

Fuente: Preservar

“Deconstrucción”: el proceso que da nueva vida a los materiales de demolición

Iniciativa pionera busca -en línea con los principios de la economía circular- lograr un retiro minucioso y óptimo de la mayor cantidad de los materiales que componen un inmueble, reduciendo residuos y emisiones de gases de efecto invernadero.

Reciclaje, reutilización, revalorización son conceptos que cada vez están más presentes en la sociedad y los distintos sectores de la economía, pues existe conciencia de que detrás de ello existe generación de valor económico y medioambiental.

Por ello, Demoliciones H y L decidió estar a la vanguardia, incorporando el concepto de deconstrucción a sus procesos, de manera de valorizar y dar trazabilidad a los residuos de una demolición. Todo con un objetivo claro: añadir una mirada verde a los procesos, para agregar valor al derribamiento de inmuebles.

“Con la guía de Nicolás Behar de Recylink, en Demoliciones H y L vimos una posibilidad de trabajar con una visión verde, en el sentido de realizar ciertas modificaciones en los procesos de demoliciones para incorporar conceptos de economía circular”, afirma Felipe Lira, ingeniero constructor y gerente Técnico y de Administración de Proyectos en Demoliciones H y L. 

Si bien la deconstrucción es un proceso que demora y encarece un poco la ejecución de demolición convencional, sus beneficios son claros: reutilizar la mayor cantidad de material posible (y certificar con Recylink, para así asociar a una reducción de CO2 y, con ello, el impacto ambiental), considerando que en Chile no existe una normativa que facilite la comercialización de escombros sólidos reciclados asociados al proceso de demolición.

Así, en la actualidad, el análisis de qué materiales son susceptibles de recuperar y reutilizar es “caso a caso”. En esta labor, la trazabilidad es clave, pues es la única forma de cuantificar dónde y qué tipo de residuos genera una demolición y en qué lugar serán dispuestos.

El proceso comienza con una auditoría de predemolición, que identifica qué componentes tiene un inmueble que se demolerá, lo que permite armar un plan de gestión ambiental. Para el éxito del proceso, explica Nicolás Behar, constructor civil asesor en este proyecto de Demoliciones H y L y CEO de Recylink, generaron una estrategia con cuatro aristas: una estructura de deconstrucción, un plan de gestión ambiental, procedimiento y programa de educación ambiental. “Todo debe ser firmado por las partes, porque establece objetivos, cómo se lograrán, quiénes estarán involucrados en cada parte del proceso”, comenta el especialista.

Este material –manuales, fichas técnicas hasta certificados de faenas y autorizaciones- son ingresados a una plataforma que guarda todo el historial del proyecto, lo que facilita encontrar la información y procesos a seguir, así como ver en gráficas los aportes de la deconstrucción.

Cómo opera

En un proyecto realizado en La Florida y que dio el “vamos” a esta nueva mirada, por ejemplo, un punto relevante era dar nueva vida a los árboles que estaban en los terrenos. Ello se logró gracias a una máquina chipeadora, que permite procesar material de diferentes diámetros, reduciendo los desechos y entregando como resultado chips de madera, los cuales fueron valorizados y reutilizados).

En este proyecto, cerca de 50 metros cúbicos de madera/ramas se convirtieron en 6 metros cúbicos de chips, que fueron entregados a un vivero de la comuna de La Reina para su reutilización en compost. Los troncos de pinos, en tanto, fueron cortados y entregados como insumos para la fabricación de tablas para piso. El mismo proceso se realizó con otros componentes como plástico, puertas, ventanas, fierro y cobre, que fueron entregados en distintos depósitos o bien, entregados directamente a personas para su reutilización.

Por ejemplo, las cerchas fueron entregadas a una persona que estaba ampliando su casa y las botellas plásticas a puntos de reciclaje específicos. “Así lo tratamos de hacer con todos aquellos materiales a los que se le pudiera dar una segunda vida. Lamentablemente, en Chile no está aún la tecnología ni la reglamentación para procesar los escombros inertes y haber obtenido un producto final comercializable nuevo, porque con eso, no me cabe la menor duda, de que del 100% de los escombros, se podría haber llegado a un 60% o 70% adicional al 20% que se valorizó”, agregó Felipe Lira.

Impacto en cifras

82 camiones
1.515 cubos
102 toneladas
20% reutilización

Fuente: Construye2025

Con piloto RCD, UACh marca tendencia en manejo de residuos

Con la gestión de residuos plásticos, madera, metales, vidrios, papeles y cartones entre otros materiales, se espera minimizar al máximo la generación de residuos, bajar las emisiones de C02 y contribuir al desarrollo sostenible. En este desafío la UACh se alinea con “Hoja de ruta RCD y Economía Circular en Construcción 2035”, estrategia multisectorial implementada a nivel país.

Se estima que un tercio del total de los residuos generados en Chile corresponde a residuos de construcción y demolición, tendencia que también se aprecia a nivel mundial, posicionando a la industria de la construcción como una de las más contaminantes del planeta donde impera el modelo de economía lineal de “extraer, usar y botar”. 

Exigir a las constructoras que gestionen sus residuos es un tema que recién se está impulsando en el país y que muy pocas empresas constructoras —en su mayoría de Santiago— han adoptado implementando acciones de manejo de residuos de obra en la actualidad.

Publicada en junio de 2019, la Norma Chilena 3562 establece una clasificación para residuos de construcción y demolición (RCD), contempla las consideraciones mínimas para la gestión de RCD no peligrosos que se generan en obras de construcción y demolición y los contenidos de un plan de gestión de RCD.

Adelantándose a estos lineamientos regulatorios generales la Dirección de Infraestructura y Desarrollo Físico (DIDF) de la UACh exige a los contratistas el manejo de los residuos desde el año 2017, buenas prácticas que decidió incrementar en un plan piloto a partir del 2020. “Uno de los problemas que existe en Chile y el mundo en el manejo de los residuos en la construcción es la falta de implementación; falta llevarlo a la práctica, por lo que como Universidad y como mandantes decidimos dar el primer paso desarrollando un plan más exhaustivo y ambicioso para cooperar con nuestra sociedad y el planeta que tanto lo necesita”, dice Wilson Aravena, director de la DIDF. 

Con visión de futuro, la estrategia de la UACh es un enorme paso para avanzar de manera efectiva hacia una economía circular al mejorar la gestión de los residuos de construcción y demolición (RCD), mediante un uso más eficiente de recursos donde prima la reducción de los elementos. “Este modelo apunta a minimizar la producción al mínimo indispensable, y cuando es necesario hacer uso de un producto, priorizar la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente”, explica.

Pero esta iniciativa va aún más allá en la búsqueda de una sociedad más sostenible. En esa dirección aspira a contribuir en la formación de los estudiantes desde una perspectiva más vivencial. “Las instituciones de educación superior también necesitan mucha infraestructura, lo bueno es que nuestros estudiantes pueden ver el esfuerzo que se realiza por liderar estos cambios. La teoría se aplica y pueden verlo in situ, complementando el trabajo que realiza la Unidad de Gestión Ambiental con fuerte participación en la academia y en el área operativa”, indica Aravena destacando los fundamentos de la Política de Sustentabilidad que guían a esta institución.

RCD en las bases técnicas de licitación

“Que mejor que liderar el cambio desde la perspectiva del mandante”, sostiene Wilson Aravena, convencido de que estas acciones irán permeando gradualmente en la sociedad. Con ese norte, los profesionales de esta Dirección diseñaron un modelo que, plasmado en el primer Plan de Residuos de la Construcción y Demolición (RCD), se incorporó a las bases técnicas de licitación que deben cumplir las empresas constructoras. 

Para llevar a la práctica el Plan RCD fue elegido el Proyecto Pabellón Docente, edificio que está construyéndose en el Campus Isla Teja desde noviembre del 2020. Esta infraestructura fue sometida a altos estándares de sustentabilidad y espera obtener la certificación CES (Certificación Edificio Sustentable), tanto en diseño como en construcción. 

“La implementación de la gestión y manejo sustentable de los RCD en el Pabellón Docente, Campus Isla Teja, marca un tremendo hito en los casos a nivel nacional al ser un ejemplo para las distintas instituciones educacionales y otras, en cuanto a implementar políticas de sustentabilidad”, indica Alejandra Tapia, coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025.

“Esta iniciativa liderara por la Dirección de Infraestructura y Desarrollo Físico de la UACh, implica un gran esfuerzo para salir de la zona de confort, y de la inercia de cómo se hacen habitualmente las cosas, a través del cambio hacia una cultura sostenible en la forma de construir y en el impacto que esto conlleva. Lo más difícil es generar el cambio, y el mandante, tiene un inmenso potencial para realizarlo”, destaca Alejandra Tapia. 

Refiriéndose a los beneficios de implementar planes RCD, fue enfática en señalar que éstos no solo son ambientales. “A corto plazo, las constructoras se dan cuenta que al medir y controlar sus residuos comienzan también a ver beneficios económicos al disminuir el volumen a disponer y las pérdidas de materiales, así como también mejoran la seguridad de los trabajadores”, señala. 

Acota que “sin duda, la gestión de este proyecto ha generado un sinnúmero de aprendizajes, tanto para la constructora como para el mandante, este último a través de la gestión del conocimiento, podrá enriquecer los aprendizajes de los propios estudiantes a partir de su experiencia”.

Uso eficiente de recursos

Fiel a los procedimientos del Plan RCD y al modelo de economía circular, los materiales que se consideraban residuos (o desperdicios de un proceso) y se destinaban a vertedero, ahora son valorizados a través de la reutilización y/o el reciclaje. Ver video Economía Circular en Construcción

Comprender este nuevo paradigma no es fácil y su aplicación es de largo aliento, tiempo precioso si se piensa en la emergencia climática y en las problemáticas sociales que estamos viviendo. “Todos sabemos que los cambios son difíciles y a las empresas les cuesta tomar iniciativas sin conocer resultados, por ende, es mejor que la RCD sea parte de las exigencias del mandante, de las bases especiales de licitación y del contrato”, precisó Aravena.

¿Pero cómo llevar a terreno estos conceptos? “Como es algo cultural del día a día en las obras, lo mejor es tener a un experto a tiempo completo junto a equipos multidisciplinarios que entreguen conocimiento y luego fiscalicen el cambio. Como son temáticas nuevas a nivel mundial se debe ser un evangelizador para el éxito de estas buenas prácticas” indica.

Para tal efecto, Luis Romero, ingeniero civil ambiental de la empresa constructora que ejecuta la construcción del Edificio Pabellón Docente trabaja desde el inicio de esta obra implementando acciones orientadas a la reducción de residuos que contempla el Manual informativo y de procedimientos de gestión de residuos de la construcción y demolición desarrollado por la Dirección de Infraestructura y Desarrollo Físico de la UACh, junto a la NCh 3562:2019.

La separación o segregación de los residuos es una medida fundamental, por eso la disposición de contenedores es uno de los primeros cambios en el “paisaje de la obra”. Para fierros y metales, por ejemplo, la gestión de residuos tiene un reporte económico favorable para la constructora y para el mandante.

Al respecto, Romero describe el procedimiento, “internamente en la obra hay punto de acopio para metales en general y otro para fierros y latas; acopiamos chatarra, despuntes de fierro, alambres de cobre, restos de tubos de aluminio y de lo que se encontró en el terreno antes de empezar la obra de construcción.  Los retira una empresa que se encarga de reciclar materiales metálicos y los valoriza de acuerdo con el tipo de metal”. 

Con una dinámica parecida son tratados los residuos de madera, plástico, papel y cartón, botellas plásticas y de vidrio, escombros de hormigón y residuos orgánicos de origen vegetal. Datos preliminares indican que hasta mediados del mes de enero se habían manejado 109 kilos de plásticos; 66 kg de papel y cartón; 405 kg de madera y 3 kg de orgánicos, por citar algunos. 

“Estas cifras nos tienen muy contentos como Universidad, ya que aun cuando son cantidades menores, podemos ver que el plan de RCD ha tenido efectos importantes en la obra, reduciendo al máximo los residuos generados”, dice el director de la DIDF. Como bajar los impactos ambientales es uno de los principales objetivos, actualmente se trabaja en los indicadores locales que permitirán organizar una potente base de datos para enfrentar proyectos en el futuro. 

Cabe señalar que el plan piloto de la UACh también tiene una dimensión social que considera a los trabajadores como beneficiarios directos de ciertas acciones que van más allá de aumentar las plazas de trabajo en la región, ya que muchos materiales son donados para que puedan ser usados en sus propias viviendas y reciben capacitación en forma constante.

Hoja de Ruta RCD 

Con objetivos similares avanza a nivel país “Hoja de ruta RCD y Economía Circular en Construcción 2035”, iniciativa multisectorial que lidera el Comité Consultivo de la Estrategia RCD, conformado por los ministerios de Vivienda, Medio Ambiente y Obras Públicas, más CORFO y su programa Construye2025. 

El documento, presentado en agosto de 2020, busca fomentar y promover la gestión sustentable de los residuos de construcción y demolición, bajo el foco de Economía Circular. “Una de sus grandes fortalezas es la articulación del sector público, privado y la academia y en ese contexto plantea metas compartidas, que dependen de la coordinación y compromiso de diferentes actores. Es en este punto donde destaca el compromiso de la Universidad Austral de Chile, ya que es imposible cumplir las metas en forma individual, por ejemplo, alcanzar al menos el 70% de valorización de los RCD al 2035”, dice la coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025. 

Asimismo, valora el interés por avanzar en la inserción de la sustentabilidad en el currículum. Al respecto dijo, “existen enormes desafíos, en cómo incorporar la economía circular en las mallas curriculares, y desde el diseño de los proyectos -integrando a arquitectos, ingenieros, diseñadores, ingenieros constructores, entre otras especialidades- disminuir los residuos, desarrollar y utilizar sistemas constructivos y materiales más sustentables”. 

“Existen muchas oportunidades en investigación, desarrollo e innovación para explorar en nuevos proyectos, y comenzar por la gestión sustentable de los residuos, es un gran paso”, afirma la profesional.

Conocer el ciclo de vida de las cosas minimiza su impacto ambiental

El ACV puede ayudar a decidir qué tipos de materiales utilizar, la fuente de energía y la gestión de residuos.

El análisis de ciclo de vida es una metodología que trata los aspectos e impactos ambientales potenciales a lo largo de todo el ciclo de vida de un producto o servicio, desde la adquisición de las materias primas, pasando por la producción, uso, tratamiento final, reciclado hasta su disposición final.

“La aplicación del Análisis de Ciclo de Vida (ACV) puede ayudar a decidir sobre la clase de materiales a usar, la fuente de energía, la gestión de residuos y de indicadores de desempeño ambiental más relevante, entre otros”, explican Valentina Abello y Monserrat Ovalle, ambas ingenieras ambientales e investigadoras del proyecto Plataforma Industria Circular, de la Universidad de Valparaíso, en el Taller Introducción a la metodología y aplicación de Análisis de Ciclo de Vida. 

El taller se realizó en dos sesiones, la primera -realizada el 27 de agosto- se centró en contenidos teóricos y tuvo por objetivo introducir la metodología de Análisis del Ciclo de Vida (ACV), de acuerdo a los requisitos establecidos en las normas NCh-ISO 14040 y NCh-ISO 14044, abordando conceptos claves y las principales etapas de la metodología de ACV (definición de objetivo y alcance, inventario, evaluación de impacto e interpretación). Además, se incluyeron aspectos de ACV – Social, a cargo del especialista Álvaro Bello. 

Patricia Martinez, directora del proyecto, dio la bienvenida a los asistentes y explicó que “es fundamental conocer las implicancias medios ambientales que tienen los procesos de la elaboración de productos, desde su origen hasta de su venta, para eso, existe el Análisis de Ciclo de Vida”. 

Durante el desarrollo del taller, se mencionó que el ACV cuenta con cuatro etapas, que no son lineales, “estas son la definición de objetivos y alcance, análisis de inventario, evaluación de impacto e interpretación”, señaló Monserrat Ovalle, investigadora de Plataforma Industria Circular.

El objetivo consiste en identificar el proceso que se quiere analizar y el alcance de éste, el análisis de inventario corresponde a la recopilación de los datos y los procedimientos de cálculo para cuantificar las entradas y salidas pertinentes de un sistema. Luego, se evalúa el impacto del ciclo de vida (ICV) de un sistema producto, para comprender su significancia ambiental. “Se examina desde una perspectiva ambiental, usando categorías de impacto e indicadores de categoría”, concluyó Valentina Abello. 

Elemento social

Para complementar el análisis de ciclo de vida y sus implicancias, Álvaro Bello, asistente social e investigador de proyecto, explicó sobre el análisis de ciclo de vida social: “es necesario definir los límites del sistema producto, que debe estar asociada a la utilidad del producto”.

Bello también estimó que la evaluación de la sostenibilidad del ciclo de vida (LCSA, por sus siglas en inglés) es fundamental para tomar decisiones hacia productos más sustentables a lo largo de su ciclo de vida.

La segunda sesión del taller -llevada a cabo el 3 de septiembre- correspondió a los contenidos prácticos, enfocados a la modelación de ACV y uso del software SimaPro, con el objetivo de entregar conocimientos básicos de una modelación de análisis de ciclo de vida en el software, uno de los más difundidos a nivel internacional para estos efectos.

Luego de finalizado el taller, los participantes adquirieron los conocimientos para ser capaces de comprender elementos y etapas claves de la metodología de análisis de ciclo de vida; identificar datos de inventarios de ciclo de vida; conocer la estructura y bases de datos del software y distinguir las diferencias entre el ACV Ambiental y el ACV Social.

El taller de “Introducción a la Metodología y Aplicación de Análisis de Ciclo de Vida”, se desarrolló como parte del proyecto FIC BIP 40004861-0, financiado con aportes del Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional de Valparaíso año 2017.

El rol de los indicadores sociales en la valorización de residuos

La Plataforma Industria Circular de la Región de Valparaíso, proyecto FIC financiado por el Gobierno Regional, ayudará a mejorar la competitividad territorial del sistema productivo y a desarrollar  la sustentabilidad social mediante la creación de valor compartido.

El investigador del proyecto Plataforma Industria Circular de la Región de Valparaíso y trabajador social Álvaro Bello, trabajó en la identificación de los indicadores sociales vinculados a la gestión de residuos, en la que se consideraron dos elementos fundamentales: el tipo de residuo-producto y la categoría de stakeholders o parte interesada receptora del impacto potencial de cada residuo-producto.

“En términos generales, estamos hablando de indicadores de impactos sociales potenciales relacionados a las externalidades positivas o negativas, de acuerdo a subcategorías de impacto social derivadas de la parte interesada (trabajadores) vinculados al proceso de gestión de los distintos residuos gestionados por la plataforma. Es decir, se definieron los indicadores de impacto social potencial considerando las convenciones y directrices nacionales e internacionales relacionadas a los trabajadores”, explica Álvaro Bello.

Así, esta propuesta de indicadores está en línea con otras de orden internacional, tales como las normas ISO 26.000, con la Guía Social LCA,  y con el recientemente actualizado estándar GRI 306 sobre Residuos, de acuerdo con el profesional.

Según el investigador, el proyecto exige alimentar una base de datos con información de las subcategorías de impacto social de los trabajadores vinculados directamente a la gestión de cada uno de los tipos de residuos-productos. Probablemente, esto implicará recabar los datos a partir de un formulario que deberá ser completado por el “oferente” del residuo-producto.  “No obstante, lo anterior deberá estar en sintonía con la manera en que se inserten los indicadores ambientales para resguardar el carácter de integralidad de la plataforma”, detalla.

La Plataforma Industria Circular, proyecto desarrollado por la Universidad de Valparaíso, a través de la Facultad de Ingeniería y dirigido por la académica Patricia Martínez, busca mejorar la competitividad regional, en particular de su sistema productivo, además de contribuir al desarrollo de la sustentabilidad social, mediante la creación de valor compartido, es decir, generar valor económico que, al mismo tiempo, aporte a la sociedad, tomando en cuenta sus necesidades y desafíos. En este aspecto, Álvaro Bello, sostiene que una iniciativa de características sustentables, particularmente en lo social, debe articularse bajo un modelo sinérgico de gobernanza, que regule la dinámica relacional entre los distintos actores del territorio involucrados directa e indirectamente. “Parte importante del éxito de aquello es propender a la generación de capital social, es decir, desarrollar confianza, cooperación y reciprocidad entre los grupos de interés”, argumenta.

Y es muy relevante incluir este parámetro social al proyecto, ya que desde la perspectiva del desarrollo sustentable, el pilar de la sustentabilidad social siempre ha sido relegado por diversas razones, como la predominancia de llevar su discusión y análisis a las áreas del conocimiento ambiental y económica. No obstante, a juicio de Bello, una de las principales razones es su dificultad de ser cuantificada o normalizada, ya que lo social en sí mismo responde a situaciones más cercanas a lo cualitativo fenomenológico. Sin embargo, “junto al equipo interdisciplinario de profesionales, se ha desarrollado una propuesta de indicadores impacto social como una manera de avanzar en su estandarización y monitoreo, los que son integrados en la Plataforma Industria Circular como una forma de relevarlos y aportar efectivamente a una industria de gestión de residuos más sustentable y circular”, precisa.

Un giro en la cultura productiva

En este sentido, proyectos como éste buscan generar las condiciones necesarias y suficientes para el surgimiento de un ecosistema industrial acorde con el desafío de cambio en la cultura productiva y de consumo que involucra modificar instituciones para su desarrollo sustentable. “La plataforma recoge las directrices de la ecología industrial, y como tal, los efectos de los distintos flujos (energía, materiales, etc.) de las actividades industriales y de consumo. Uno de los elementos relacionados a estos flujos es la influencia de factores sociales, en este caso a la gestión de los residuos-productos”, comenta el investigador.

De esta manera, incluir indicadores sociales en la plataforma facilitará el desarrollo de una herramienta de gestión de los residuos-productos que sea lo más integral posible. “Los indicadores sociales permitirán determinar los impactos sociales potenciales de dichas actividades o flujos en torno a la gestión de los residuos-productos recogidos en la plataforma. Desde una mirada amplia, su inclusión ayuda a incluir la dinámica social relacionada al sistema productivo industrial de la región”, detalla Álvaro Bello.

El camino hacia la economía circular considera que la producción y el consumo sean sustentables en el centro de sus actividades, para mejorar el desempeño social y ambiental de la mano de una rentabilidad económica sostenida que redundará en un mayor bienestar de las personas. En este sentido, la experiencia de Plataforma Industria Circular promueve el posicionamiento de la dimensión social de la sustentabilidad en los sistemas de gestión industrial, pero también en el consumo en la región y en el resto del país. Ahora, más allá de la RSE, cuya mirada puede ser parcial, el investigador cree necesario iniciar un camino para conformar y consolidar un sistema de indicadores de impacto social que permita, sobre todo en el actual contexto sanitario, proporcionar herramientas homologables y validadas, conducentes cada vez más incorporar criterios objetivos de impacto social.

Indicadores según subcategorías de impacto social potencial predefinidos para determinar en la Plataforma Industria Circular

Subcategorías de Impacto Social Potencial Indicador
Salario justo Porcentaje de trabajadores que reciben el “salario justo” asociados a la gestión directa del residuo-producto.
Horas de trabajo Porcentaje de trabajadores que cumplen jornada laboral ordinaria (número de horas efectivamente trabajadas) asociada a la gestión directa del residuo-producto.
Igualdad de oportunidades laborales Porcentaje de participación de mujeres en la fuerza laboral asociada a la gestión directa del residuo-producto.